Día del niño
Laura Almazán
El día del niño, de la madre, padre, mujer etc. un recordatorio de lo que siempre tenemos a la mano y por ser continua y casual dejamos de ver y valorar.
Los niños, la magia de la energía que no se agota, la mente que tenemos que educar, el impulso que debemos contener, la urgencia que de pronto mostramos para obligarlos a madurar y crecer, comprender la vida con la complicación de una mente adulta.
En verdad es una lástima que la rutina y el estrés nos hagan olvidar que un niño se tiene que divertir, hacer locuras, aprender a no tomarse la vida tan en serio, a perder la pena y reírse de las equivocaciones, hacer divertido el vencer el miedo, que sepa que cada una de las historias que pasan por su imaginación se pueden convertir en una realidad, preguntarles qué quieren ser de grandes y permitirles soñar sin recomendarles que sería lo mejor, ni cuestionarles para hacerles que cambien de opinión, aprender a escucharles para saber realmente cuáles son sus necesidades.
Podríamos empezar por cambiar las reglas:
Este día del niño no le compres, construye algo, recupera tu creatividad y vive con él la frustración de que no salga lo que tenía en mente, corta con él, pega y date cuenta como sus ojos "lo verán derecho" lo que para los tuyos significará chueco y "recuerda lo que es improvisar", cuando vea que no salió, inventará otra cosa que se le parezca y cuando termine ya estará aburrido y buscará divertirse con otra cosa, te enseñará a ser flexible.
No le lleves a un lugar a que se divierta con otros niños mientras tú te sientas a ver tu celular o a platicar con otras personas, eso para él es lo mismo que vive todos los días.
Juega lo que sea, un día en soledad con tu o tus hijos harán que recuperen toda su seguridad, se sentirán muy importantes, descubrirás que ellos son felices sólo por el hecho de estar realmente juntos y tú los conocerás, te darás cuenta lo que piensan, qué les hace reír, lo que les interesa, como enfrentan la vida, no sólo el cómo les obligas a cubrir tus expectativas.

No les lleves a comer, preparen juntos la comida, verás lo complicado y el esfuerzo tan grande que es, no tirar el vaso y coordinar cada movimiento con el miedo de no equivocarse para no hacerte enojar y es aquí donde descubrirás:
- Que tus hijos te tienen más miedo de lo que te imaginabas.
- La gran presión que es estar contigo porque se sienten vigilados y siempre corregidos.
- La manera en que te demuestran su amor queriendo parecer adultos para que no te enojes si actúan libres, atrevidos, creativos, amorosos y demandantes como si fueran niños .
- La vergüenza que sienten si pierden o se equivocan porque no serán tan buenos como creen que tienen que serlo, para que te sientas orgulloso.
Tal vez esto te ayude a descubrir de qué manera como padres les exigimos a nuestros niños a que dejen de serlo, porque los queremos adultos utópicos, esos perfectos que no se equivocan, que nunca fallan, que no se enojan, que no lloran, que sólo obedecen y no tienen iniciativa, esos niños que nos darán la opinión del mundo que nos pone una calificación de buenos padres, tal vez esto ayude a que te des cuenta, que todo aquello que le exiges a tu pequeño, es tu insatisfacción y tu propio complejo de lo que te críticas a ti mismo y de qué manera te sientes tan presionado porque tu hijo te pone en evidencia.
Este día del niño sólo juega, respeta, escucha y besa.