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Relaciones contaminantes
La agresión verbal
Dialogando II

                       

 

 

                        Por: Guadalupe Cervantes - Pacheco

 

 

 

En verdad que no me entiendo, dentro de mí parece que vive un león furioso que espera a que alguien se acerque para lanzarle un zarpazo, pero luego se convierte en un gatito que necesita mucho que lo acaricien.  No sé por qué me siento así.

amornoes
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- Háblame un poco más de cómo vives la presencia de ese león y ese gatito que viven dentro de ti.

 

Me siento muy bien cuando estoy a la expectativa de conocer a personas lindas que me acepten y me quieran, pero cuando las conozco y empieza su cercanía me da miedo que me hagan daño y entonces necesito marcar el alto y que se den cuenta que conmigo no se juega, que la vida es difícil.  Como dice la canción:  “O tú o yo” y punto.  Eso me pasó con el que ahora es mi esposo y entiende muy bien las reglas de mi juego. 

-  ¿Viene a tus recuerdos algún otro león que hayas conocido?

 

Bueno mi padre es un magnífico y gran hombre que admiro muchísimo.  Como en los cuentos, él es el león de la selva.  Nadie como él, todo lo tiene bajo su control,  tiemblan en su presencia.  Sabe manejar a todo el mundo, nadie le “ve la cara” y por eso llegó a ser tan importante.  Tuvo tres hijas y cuando pequeñas a mi me eligió como su favorita.  Me llevó aparte de mis hermanas y me dijo:  “Eres una pequeña leoncita, sacaste mis genes, traerás comiendo en tu mano a cualquier tarugo que se te acerque”.

 

-  Platícame de tus hermanas.

 

Las pobres salieron igualitas a mi mamá.  Dejadas, dejadas, no saben sacar las uñas ni enseñar los dientes.  Las dos se casaron con el primero que les habló bonito, y claro “les comieron el mandado” a la primera.  Cuando se juntan mi madre y ellas dos, sólo se oyen los lamentos:  Mi marido me dijo…. Mi marido me hizo…,  Y mi madre en lugar de ayudarles, le pone de su cosecha:  Eso es el matrimonio ¿qué esperaban?...  Es la cruz que toda casada debe cargar para salvarse….  Me enferma oírlas.  Me sacan ronchas.  Me enojo más y mi león crece.  ¡Qué brutas son las pobres!  Cuando les platico como traigo al tarugo de mi viejo, me pelan tamaños ojos.  Hasta parece que soy una aparecida.

 

-  Entonces, por lo que me platicas hay dos equipos en tu familia, papá y tú y mamá con tu hermanas.  ¿Así es como “juegan  la vida familiar?

 

Mira que nunca lo había visto de esa manera.  Pues sí, tienes razón, el equipo de ganadores y el equipo de perdedores.  ¡Así es la vida!

 

-  Me queda una duda después de tu afirmación:  ¿Quiénes son los que integran el equipo de ganadores y quiénes el de perdedores?, ¿quiénes son los inteligentes y quiénes  brutos?  ¿Quiénes tienen más miedo?...

 

 

 

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